Yo, sin embargo, no detesto el mundo como Pazos y, aunque tampoco lo amo, no cambiaría absolutamente nada de él. Es el único que tenemos, a veces jodido y otras magnífico; se pasa bien y mal y la mayoría del tiempo ni una cosa ni otra y eso tampoco es bueno, aunque aparentemente no duela (o sí). Vivir en él es apasionante y como a Pazos, a falta de experiencias más estimulantes, el arte también me ayuda a vivir e incluso a apasionarme a veces.
9 JUNIO 2007
© 2006 pepe fuentes