Cuando vuelvo observo que los gatos adormecidos se movilizan, corren todos hacía la entrada del cementerio. No sé por qué lo hacen. Enseguida veo la razón: una viuda mayor, supongo, porque viste de negro, les lleva comida. Los gatos la conocen: ellos, interesadamente, son cariñosos con ella un ratito, mientras los alimenta. Observo el encuentro desde lejos y todos parecen contentos. Se necesitan. Siempre llega el momento en el que sólo el ronroneo de un gato nos ayude a levantarnos por la mañana; aunque sea lunes y el mundo se vaya a acabar pronto.
13 JUNIO 2007
© 2007 pepe fuentes