Veinte kilómetros después llego a un enclave abandonado (de esos que me gustan tanto): una estación de tren fantasmal de una vía minera (no quedan ni las vías). Saco el equipo y comienzo a fotografiar. Al rato aparece una pareja joven, en bicicleta, con equipajes muy voluminosos. –Hola-, me dicen muy simpáticos . Les devuelvo el saludo y sigo a lo mío. Dos fotografías después el sitio empieza a disgustarme y decido ir a charlar con los espontáneos cicloturistas; habían parado en el segundo edificio, el que se ve a lo lejos.
24 JUNIO 2007
© 2007 pepe fuentes