Vuelvo al pueblo del puente, bebo y descanso un poco. Después me acerco a otro pueblo próximo que se llama Valdeverdeja. Siempre deseé hacer una visita a este pueblo. Cuando era un adolescente atolondrado (ese rasgo personal no he conseguido superarlo en absoluto) conocí, una tarde de domingo invernal, en un café antiguo (ya desaparecido) que había en la plaza de la innombrable, mi ciudad, a una chica dos o tres años mayor que yo que me pareció guapísima, suave, dulce. Durante el rato que estuve con ella me sentí locamente enamorado, luego se me pasó y no volví a verla nunca más. Era de Valdeverdeja y, desde entonces, siempre he querido visitar este pueblo sin conseguirlo. Lo fotografío de lejos y lo atravieso en varias direcciones acordándome de aquella chica de la que me enamoré atolondradamente y de la que no recuerdo su nombre aunque sí sus bellos rasgos Inicio la vuelta satisfecho. Mi excursión ha resultado magnífica.
27 JUNIO 2007
© 2007 pepe fuentes