ME VOY A MADRID, A DAR UNA VUELTA
UNO DE JUNIO: un día como hoy, hace incontables años, comencé a trabajar en una oficina, de botones uniformado (azul en invierno y gris en verano). El de invierno era muy elegante, parecía un oficial de un ejército colonial. Sin embargo, el de verano, era como el de un soldado de un ejército popular cualquiera. Cosas del clima, supongo. Ese día se inició el largo y plano recorrido de mi supervivencia económica, con algunos hitos irrelevantes e insustanciales. Es una historia de la que sólo recuerdo, avergonzado, los momentos ridículos, que fueron demasiados. Menos mal que están en proceso de disolución en la memoria. Hoy, como aquel día, hace calor y me largo a Madrid, a dar una vuelta. Viajo en tren y miro paisajes tan desoladoramente feos como éste.