LOS PERROS CAMINAN atados, aunque no les guste. Enfrente, tienen su caseta mis proveedores habituales de libros, que siempre me envían tarde y siempre consiguen enfadarme. Por fin llego a un puesto en el que creo voy a encontrar algún libro que me interese. Miro. Cojo tres de poesía (el puesto pertenece a una editorial que se dedica a ese tema): ¡Adelante! de Charles Bukowski; Antología poética, de Joaquín Giannuzzi; Poemas, de E.E. Cummings.
¿Qué le interesa a Vd.?
-mi trabajo-
O sea ¿escribir?
-y pintar.
¿Qué es lo que Vd. escribe?
-versos, sobre todo; algo de prosa.
Entonces quiere Vd. Ir a Rusia como escritor y pintor, ¿no es eso?
-no; quiero ir como yo mismo» (diálogo de Cummings con un funcionario soviético)
Alargo los libros al vendedor, apenas le miro (no me apetece).
-Son 39,75 €.- oigo que me dice
Le doy un billete de 50, me da las vueltas y los libros. Me voy sin decir adiós. El no se despide y tampoco me mira. Así son las cosas.