Me gusta que consideren esencial, lo esencial (el sexo). Los heterosexuales somos diferentes y así nos va: tristones y algo reprimidos. He oído cientos de veces a homosexuales contar que, de pequeños, ellos se sentían diferentes y sufrían por la presión que había a su alrededor. Cuando asumieron su diferencia, empezaron a bailar, tanto, que ahora lo hacen multitudinariamente y no paran. Nosotros, los «hetero», no bailamos casi nunca o, al menos, seríamos incapaces de hacer una fiesta que se llamara «el orgullo heterosexual». Claro, cómo coño íbamos a celebrar la «normalidad»; esa no se celebra, se soporta de la mejor que manera que se puede.
19 SEPTIEMBRE 2007
© 2007 pepe fuentes