Desde siempre he sabido que era heterosexual y ni siquiera me planteé que las cosas pudieran ser de otra forma, luego lo era sin solución. Desde mi más tierna infancia me obsesionaban las niñas, era capaz de espiarlas para buscar la forma de verlas y que me vieran. Sabía de sus movimientos, que no eran otros que el ir y volver al colegio o jugar en el barrio, y yo procuraba, a las mismas horas, hacerme el encontradizo, y la mayoría de las veces me convertía en «huidizo», porque no conseguía vencer mi enfermiza timidez; ellas se daban cuenta y claro, me ignoraban absolutamente.
20 SEPTIEMBRE 2007
© 2007 pepe fuentes