Salimos del café de buen humor, pasamos un buen rato charlando con la señora agradecida que nos despidió efusiva. Continuamos hacia el oeste (algunos viajeros iban al revés, hacia el este, pero a mi no me parecía lo mismo, a pesar de mi manía de circular en sentido contrario siempre que puedo). Estábamos contentos, pensábamos que al menos hoy, llevábamos el ritmo de viaje adecuado: avanzar, parar y nuevamente avanzar, sin prisas.
17 OCTUBRE 2007
© 2007 pepe fuentes