La noche Vasca, segunda parte: después de la alegre confusión seguimos la ruta del bourbon. Oímos música que venía de un local que estaba bajo el nivel de la calle. Bajamos unas angostas escaleras y entramos en un bar pequeño, estilo Grunge, bastante ruidoso. Tardaban en servirnos. Dos tipos que había a nuestro lado nos oyeron hablar y uno de ellos nos preguntó si éramos españoles, le contestamos que sí; él dijo que era de Madrid. No le creímos: su acento, inequívocamente vasco, y su «look», que parecía trasplantado de una manifestación «batasuna» ese mismo día, hacían inverosímil que fuera madrileño. Nos preguntamos mutuamente que hacíamos en Santa Fe. Él nos contestó que vivía allí, pero que no nos podía decir por qué; cuál es la razón?, le preguntamos, nos contestó -si os lo digo tengo que mataros- Lo consideramos una broma de mal gusto y no hicimos mucho caso, aunque nos tensó un poco. Para frivolizar (por si acaso), le dije que por qué no intentaban ligar (él y su amigo) con cinco chicas que había a nuestro lado, a la izquierda (y así nos dejaban en paz, porque se estaban poniendo pesados). El supuesto vasco me contestó que porque eran lesbianas; me volví a mirarlas con más atención y tuve que reconocer que sí, que muy probablemente tenía razón. Nos fuimos a dormir. Por si fuera poco la presencia de tanto vasco en una sola noche, dormimos en el peor motel que se pueda imaginar.
24 OCTUBRE 2007
© 2007 pepe fuentes