Después Kingman. Paramos y paseamos por una avenida con las vías del tren a un lado y edificios al otro. No aparecían fotografías concretas, necesarias, nítidas, deseables; pero caminar tranquilamente por Kingman estaba bien. De vez en cuando me paraba, dudaba y seguía. Quería fotografiar los interminables convoyes de vagones de mercancías, arrastrados por cuatro locomotoras que no cesaban de pasar en ambos sentidos. Me interesaban las rotuladas con el nombre de Santa Fe. Llevábamos dos días viéndolos y siempre me asombraba su interminable longitud. A pesar de que esperamos a que pasara, no llegó ninguno, así que me conformé haciendo esta fotografía, levemente evocadora de una estación, muy bonita, por cierto.
30 OCTUBRE 2007
© 2007 pepe fuentes