Domingo: qué hacer? Pensamos que lo mejor sería empezar el día paseando por Hollywood Boulevard. Siempre me he preguntado qué era y dónde estaba Hollywood porque, no es una catedral, tampoco un palacio regio o un castillo legendario donde se pueda decir: he estado, tengo la entrada y he visitado sus dependencias, me he detenido a mirar su decoración, sus patios, escalinatas y salas solemnes. Una vez allí, tan cerca, empecé a sospechar que sólo era el aire que respirábamos y algunas baratijas para consuelo de los turistas. A pesar de todo, sabíamos que estaba allí; en estado etéreo, quizá, pero habitando bajo ese cielo. No sabíamos dónde y esa circunstancia nos interesaba mucho: había que investigar y seguir pistas, aunque la mayoría fuesen falsas. La primera que nos encontramos era obvia, pero falaz: las estrellas que homenajean a los artistas en las aceras, pero resultaba decepcionante el nombre de Gary Cooper o John Houston, o Ford, casi ilegibles por la lógica suciedad de las pisadas. Además, tantos y tantos nombres en el suelo, incesantemente, acababan resultando banales.
7 NOVIEMBRE 2007
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