A primera hora de la tarde, ante la falta de glamour, al menos ese domingo, nos largamos de allí. Fuimos a Downtown, allí, en una plaza con una pradera de césped, nos sentamos a ver un grupo de música latina (parecían cubanos) y a las parejas que, a pleno sol, con cerca de 40º, bailaban sin parar a un ritmo frenético. Concretamente, el tipo de la gorra, agotó a varias chicas a lo largo de la más de media hora que estuvimos viéndole. Era un campeón; impresionante. Cuando todo terminó, recogió un pequeño envoltorio con sus cosas y se marchó sólo y cabizbajo. Aunque fue el protagonista de la tarde me dio la impresión que padecía la soledad del héroe, o quizá pensé eso porque me proyecté en él, aunque yo nunca lo fui (héroe); yo, cuando bailaba, tenía un interés: llevarme a la chica (o que la chica me llevara a mi). Bailar por bailar no me hacía gracia: era muy soso (yo).
Vivian Sternwood: Ha ido demasiado lejos Marlowe.
Philip Marlowe: Duras palabras para un hombre, especialmente cuando está saliendo de su dormitorio.