Con el visto bueno del vigilante, nos sumamos a la muchedumbre que avanzaba en –incesantes oleadas- hacia el mundo de fantasía Disney. Predominaban las familias con niños pequeños -todo lo que veíamos resultaba aplastantemente previsible-, así que empezamos a aburrirnos nada más empezar a caminar. Nos preguntábamos qué coño hacíamos allí, aunque siempre hemos confiado en obtener imágenes que nos den claves sobre la condición humana, en este tipo de escenarios. Además, estaba el asunto de Hollywood, que también nos interesaba, pero tampoco esperábamos encontrar pistas sobre su paradero esta vez.
19 NOVIEMBRE 2007
© 2007 pepe fuentes