Veintisiete de Septiembre: sonata del otoño anunciado. Con pinchos; por qué no? El primer sol los iluminaba suavemente en su agonía, los trataba con delicada tibieza. Su ferocidad primaveral se había quebrado sin solución. Eran pinchos muertos. Ayer, cuando caminaba por la mañana, distraídamente, como siempre (no consigo fijar la mente en nada concreto), de pronto miré a un lado del camino y vi los pinchos vencidos y rotos; deseé fotografiarlos, pero no llevaba la cámara. -Mañana vendré sin falta-, me dije.
24 NOVIEMBRE 2007
© 2007 pepe fuentes