En la obra de Echenoz aparecen rasgos personales de Maurice Ravel especialmente significativos: elegancia hasta la paranoia; alejamiento del mundo que le rodea; aparente desinterés sentimental y sexual; insomnio y tendencia al aburrimiento. Compuso una obra excepcional: El Bolero. «A quienes se aventuran a preguntarle cuál es su obra maestra, les contesta de inmediato: El Bolero, desde luego, por desgracia está vacío de música». Echenoz: «-es algo que se destruye, una partitura sin música, una fábrica orquestal sin objeto, un suicidio cuya única arma es la ampliación del sonido-«. Sólo él podía crear una obra como El Bolero: la razón es sencilla (creo), se tienen que combinar una serie de rasgos personales, si faltara alguno, quizá esa obra no hubiera sido posible; por ejemplo si Ravel hubiera dormido bien, o si no hubiera sido tan elegante o si hubiera tenido numerosas amantes. El Bolero es Ravel, precisamente porque Ravel era Ravel. Ah, y como no hay nada mejor para combatir la dejadez que el arte (creo), mi neurastenia acabó gracias a Echenoz y Ravel; así que nos fuimos a dar una vuelta: a ver que nos deparaba el sábado noche.
3 DICIEMBRE 2007
© 2006 pepe fuentes