Al menos, este viaje, diseñado por personas a las que ni siquiera conocimos, estaba sirviéndonos para decidir que al volcán Etna tendríamos que volver, manejando nosotros el tiempo, como siempre hacemos. Nos entregamos al «tempo» del viaje con resignación tranquila. Las sombras estuvieron muy presentes en las fotografías de ese día que, de forma imprevista, asaltaron mi visor: se me aparecía mi sombra constantemente (a lo mejor era la consciencia de la mala conciencia, que me había pillado haciendo cosas que no me correspondían; era un extraño en esa «aventura»). Después de un rato, unas pocas fotografías improvisadas (a veces son las mejores), nos largamos de allí, prometiéndonos volver algún día.
11 DICIEMBRE 2007
© 2007 pepe fuentes