Lo único que me interesó (de lo que nos tropezamos), fue la Fontana Pretoria. Algunas de las estatuas eran muy enigmáticas. A este personaje lo fotografié hasta el cansancio. Me dio por él. No supe si representaba a un personaje histórico o era sólo una mera recreación del artista: las obras de autor siempre son recreaciones, versiones personales, aunque se trate de la más simplista reproducción. Daba igual, su rostro era sugestivo, fuerte y algo inquietante. No parecía que hubiera sido una buena persona, y eso me atraía. Además escondía sus manos; seguro que por algún aspecto turbio en su vida. Menudo tipo.
15 DICIEMBRE 2007
© 2007 pepe fuentes