También había otros personajes entre las esculturas de la Fontana, aunque menos misteriosos que el personaje que escondía sus manos. De todas formas, el tipo que está de pie, parecía que tenía un espíritu especial que enervaba su desgarbado cuerpo. Era un figura apasionada y quizá algo atormentada. El cielo acompañaba. Mi cámara obtuvo la mejor expresión de un cielo espléndido que en el momento de fotografiar no vi; fue obra de la cámara (la grande), que también hace lo suyo. Quizá, de Palermo, de ese día, la Fontana Pretoria y el magnífico cielo que se encargó de componer mi cámara, es lo único que merece ser recordado.
16 DICIEMBRE 2007
© 2007 pepe fuentes