Lo más curioso del asunto que vengo contando es que, días después, tuve que pasar por el mismo sitio a la misma hora (más o menos) y, de pronto, percibo el mismo olor, levanto la vista (seguía mirando al suelo), y le veo a ÉL, unos cincuenta metros por delante de mí, pero su rastro oloroso se mantenía ingrávido y persistente a la altura de mis pituitarias, a pesar de que las tengo maltrechas por los químicos del laboratorio. Aceleré el paso para acercarme un poco más y así gozar de su fragante proximidad, pero no fue posible; dobló una esquina en una dirección que yo no llevaba, como es lógico.
«Una fragancia bien elegida puede ser una característica diferenciadora. Es lo primero que la gente percibe de uno cuando entra en una habitación y lo último cuando sale.» Giorgio Armani.
En el caso del «hombre en el que predominaban los tonos grises, su colonia (o lo que fuera) alcanzaba una extensión de capital de provincia, como mínimo.