Al día siguiente, dimos una vuelta por la orilla helada del Lago; misma reacción de las cámaras. Estábamos tan contrariados! Sobre todo Naty: su cámara se negó rotundamente a fotografiar en esas condiciones, debía estar aterida. La mía, sin embargo, me permitió hacer algunas tomas; aunque dislocadamente. Menudo plan. Discutimos acaloradamente; no había forma de armonizar su forzada pasividad con mi frenética necesidad de fotografiar. A veces pasa. Esta pareja, sin embargo, deambulaba feliz por la orilla en un sentido y otro, pisaban la nieve, fotografiaban y parecían contentos. Daba la impresión de que eran personajes de una historia de Paul Auster y acaban de salir de ella para darse una vuelta por Chicago.
22 ENERO 2008
© 2008 pepe fuentes