Llovía. Este invierno me tiene desesperado la falta de lluvia; sin embargo ese día llovió y me fui a la calle a oír como golpeaba el paraguas. En esos casos me veo obligado a alejarme de mis paseos habituales por el campo (para no mancharme de barro) y camino por rutas urbanizadas. Lo malo es que a veces me encuentro con gente. La disposición del mundo era la siguiente: a mi derecha un cortado de piedra vertical y la carretera. A mi izquierda otro cortado de piedra, también vertical y debajo el río, angosto, brumoso, gris tirando a negro, y frío. Arriba, a una altura considerable, la ciudad: también angosta, brumosa, gris tirando a negra, y fría, muy fría. Yo, en medio de todo ese aquelarre estético, caminando bajo el paraguas, protegido del agua y de cualquier idea que me pudiera venir de arriba. De pronto lo vi, a mi izquierda según avanzaba, recostado sobre la vertiginosa pendiente que se precipita desde la ciudad al río: un gran mensaje (por el tamaño) sobre la infantería. Me dije: esto tengo que fotografiarlo (no llevaba la cámara conmigo), lo que me obligó a volver otro día.
4 FEBRERO 2008
© 2007 pepe fuentes