En el momento en que tocó las letras acostadas sobre la pendiente fotografíe. ¿Para qué? me dije cuando encuadraba en mi indolente y aterido visor; no supe responderme. Para mi no significaba nada y ni siquiera era estéticamente sugestivo. Creo que tuve el impulso de hacerlo porque era sencillamente absurdo. No soy antimilitarista, simplemente los ejércitos me dan igual; aunque literaria y cinematográficamente den mucho juego. Fui soldado, de infantería además, y odié llevar uniforme, los saludos y las órdenes; era sencillamente estúpido e insoportable. Cuando me quité el odioso uniforme me olvidé de ese tiempo para siempre: ya no me acuerdo lo que hice allí tanto tiempo, más de un año, nada menos. Aunque quizá fotografié porque vivo en una ciudad que tiene que ver con esas solemnidades o porque estoy aburrido. Cuando el sol había ascendido lo suficiente para aplanar más lo que ya lo era, me marché a mi casa; sin saber por qué dediqué un par de horas de mi vida a semejante estupidez.
6 FEBRERO 2008
© 2007 pepe fuentes