Lo que vengo diciendo en estos últimos días sobre mi permanente inactividad, es rigurosamente mentira; o al menos merece una matización. Mi actividad se desarrolla desde las siete de la mañana hasta las diez de la noche (más o menos), incesantemente, sin tregua. Qué es lo que hago? –nada que sirva para algo– y esa es la grandeza y la miseria de mi dislocada actividad: hacer cosas inútiles todo el puñetero día.
8 FEBRERO 2008
© 2008 pepe fuentes