el relato de mi tarde en el mercado del arte, está dividido en dos momentos: lo que escribí el catorce de marzo (que he mostrado en días anteriores) y lo escrito el veinticuatro de marzo (que muestro hoy y los próximos días). La diferencia estriba en que, tan sólo diez días más tarde, he olvidado casi todas las sensaciones que tuve el quince de febrero. Además, por si fuera poco, el efecto devastador de la pérdida de memoria (o tal vez no, quizá sea mejor entenderlo como regenerador), es que me importa una mierda haber olvidado todo, salvo las fotografías que obtuve. Creo recordar que, hace unos días, decía que este individuo, apoyado contra el fluorescente, me gusta bastante; todos los años me lo encuentro repartido por diversas galerías en distintas situaciones y actitudes. Resulta enigmático y real.
27 MARZO 2008
© 2008 pepe fuentes