otra vez el puente, claro; a la ribera fuimos todos los días (sólo tres), era un impulso ineludible: ver una vez más el río, la perspectiva de la ciudad que asciende vertical a un lado y a otro. Allí te sientes en el centro, en el corazón (aunque quizá no esté allí, para nosotros ese es el centro y no otro); nos sentamos a mirar cómo la gente paseaba despacio, y el río, que también discurría tranquilo.
4 ABRIL 2008
© 2008 pepe fuentes