en el interior (no nos dejaron fotografiar, una pena), espacios amplios, diáfanos, luminosos y magníficos: pensados y creados para colgar arte inteligentemente. Allí, los ensamblajes de sencillas cajas de cartón, de Robert Rauschenberg, transmitían misterio y proporcionalidad. Hasta una fotografía mía, colgada sola, en ese espacio blanco y limpio, podría ser memorable (gracias a Siza, claro)
7 ABRIL 2008
© 2008 pepe fuentes