por la tarde, calles arriba y abajo, y portales cuando aparecía la lluvia. Entre tanto, una visita a la estación de Sao Bento… gente de paso, nadie mira a nadie, sólo a los paneles informativos de llegada y salida. Estuve un rato observando a la gente que subía a los trenes y permitiendo a mi cabeza que se moviera perezosamente entre la pregunta ingenua, la suposición ociosa y una avalancha de conjeturas sobre la vida de los viajeros: primero miraba el destino del tren, imaginaba la ciudad, por ejemplo Braga, y luego imaginaba el tipo de vida en esa ciudad, de las personas que subían al tren. Un pasatiempo absolutamente tontorrón, pero muy entretenido. Ah, y lo más importante, el juego de luces y sombras y el sol iluminando zonas de la magnífica azulejería de las paredes.
13 ABRIL 2008
© 2008 pepe fuentes