llegamos a Lisboa a las seis de la tarde, aproximadamente. Como siempre, procuramos tardar lo menos posible en soltar peso en el hotel y salir corriendo a la ciudad, y más si se trata de la ciudad blanca (la llamo así en homenaje a la magnifica película: En la ciudad blanca, 1983, de Alain Tanner). De todas formas, no llegamos a tiempo para ver el último sol sobre la ciudad. Así, fotografiar, lo dejamos para el día siguiente: pero poco, ésta y alguna más, poco, muy poco.
15 ABRIL 2008
© 2008 pepe fuentes