Siempre que hemos ido a Chicago (varias veces ya; Gabriel, mi hijo, sigue allí), hemos visitado el Parque, con especial atención a la célebre «actuación» (ahora se llaman así), del autor español, cuyo nombre, hasta el otro día fortuitamente, no supe: Jaume Plensa; es mundialmente conocido, y no, definitivamente, no es mi vecino. Jaume tiene dos años menos que yo y, según dice, «no cree en países ni en fronteras: se siente extranjero en todos sitios«, sin embargo, contradictoriamente (más o menos), le preocupa mucho -el sentido del lugar– como a sus vecinos, los catalanes, como buenos lugareños que son.
21 ABRIL 2008
© 2004 pepe fuentes