Siguiendo el curso del río (serpenteando como él), al atardecer, llegamos al final de algún sitio. Allí había una ciudadela y cerca este dique. Fotografié (cómo no) y obtuve esta magnífica fotografía; bueno, a lo mejor es un poco obvia, pero a mi me gusta, luego la muestro. No siempre se puede ser un gran artista (como Plensa y Bernardí), pero con una cámara en la mano (en este caso la vieja cámara grande) y ante la vista del mar golpeando un dique de sugestivas y misteriosas formas, no hay más remedio que actuar, aunque el resultado sólo sea ser fotógrafo y no un gran artista (como Plensa y Bernardí). Sin embargo, yo tengo una ventaja indiscutible sobre ellos: para ser entendido, aún a riesgo de caer en la simpleza (y me temo que también en la pobreza), no necesito hoja de instrucciones.
27 ABRIL 2008
© 2008 pepe fuentes