No está mal, me dije, prefiero actuar instintivamente; la razón la dejo para otro día. La mirada fue excitándose y la cámara también. Casi dos horas después, todo el entorno, por el que caminaba atento y más confiado, me parecía fotografiable. El lugar estaba abandonado, no se divisaba a nadie por ningún sitio. Sólo algunos ruidos de maquinaria lejana.
10 MAYO 2008
© 2008 pepe fuentes