Dos horas después de haber llegado me sentía casi eufórico; fotografiaba mucho, a impulsos automáticos. Miraba por el visor y e intentaba componer o reunir elementos que describieran el misterio abandonado y silencioso del lugar. Oí un coche a lo lejos. Vaya, vienen a molestarme, ¡no tendrán otra cosa que hacer! Realizaba esta fotografía cuando un individuo que llegó en un todoterreno se acercó a mí (yo estaba en guardia); apareció en un momento en que lo último que quería ver era a un tipo como él (o a cualquier otro). Me tendió la mano muy amigable y me preguntó quien era. Contestación obvia por mi parte: ¿y usted? Se presentó con nombre y apellidos y yo le correspondí. Nos quedamos un momento en suspenso sin saber qué decir. Estoy buscando «al de las circonitas», ¿no será usted?, me preguntó. No, que va, yo sólo vengo de lejos a mirar un rato. Después de una charla idiota, de la que no me acuerdo, nos despedimos amigablemente. Qué tipo más correcto, amable e inoportuno, me dije.
11 MAYO 2008
© 2008 pepe fuentes