Me encontré con una explanada mohosa, misteriosa y sombría. Tenía marcados sinuosos caminos blancos sobre fondos de tierra oscura y mineralizada. Los senderos, perfectamente dibujados, rodeaban cubetas metálicas redondas y oxidadas. Alrededor de ellas, círculos de conductos metálicos que parecían proteger o marcar el territorio a los recipientes de la nada. La composición de aquella explanada abandonada debía obedecer a algún planteamiento que a mí se me escapaba. Yo sólo miraba y fotografiaba (para eso había ido hasta allí, sin saber lo que me iba a encontrar). El amable e inesperado señor de hacía un rato se marchaba de la zona. Se despidió con un saludo desde lejos. Me quedé sólo; hasta los ruidos lejanos se habían extinguido.
12 MAYO 2008
© 2008 pepe fuentes