«Lo que uno ve y vive es por definición fragmentario y sesgado, y la simple ordenación de los vocablos y frases que uno emplea en la relación de algo es ya una infidelidad a ese algo.» Javier Marías. Luego, también el fotógrafo, como reproductor fiable de una determinada realidad es un actor dudoso. Si pretende ser testigo imparcial -fotografía como acta notarial de lo sucedido o presumiblemente visto- tendrá que neutralizar al máximo posible el aspecto interpretativo: protagonistas improbables, texturas sofisticadas, encuadres «originales», contraluces atrevidos, contrastes virtuosos y tratamiento «creativo» de las imágenes. A pesar de todos esos jugosos ingredientes, su obra no será otra cosa que un acto de simple lectura interpretativa y en muchos de los casos impregnada de pretendidos mensajes de todo tipo, por ejemplo de -paz y solidaridad universal- o si no que se lo pregunten al famoso Sebastiao Salgado. ¿A quién importan ahora las fotografías testimoniales o históricas de hace más de una semana? Todo ese ingente material no es sino curiosidad banal y prescindible; o si se prefiere, sólo historia. No, sospecho que no son arte, porque no inventan nada, sólo interpretan interesadamente, luego en la mayoría de los casos mienten, aunque esa no es la peor de las opciones, ¡admitamos la relatividad de la mentira!
19 MAYO 2008

© 2007 pepe fuentes