En mi ciudad he conseguido una condición muy difícil de lograr: la invisibilidad. Puedo caminar tranquilamente sin que nadie me interrumpa, puedo pasar al lado o cruzarme con personas a quien conocí hace y durante años y no me reconocen (yo apenas a ellos). He conseguido una especie de transustanciación parecida a las sombras: incorpórea e intangible. Soy parte inmaterial de la sustancia misma del olvido: soy, sencillamente, imperceptible. Como todo lo importante sólo se consigue lentamente, con voluntad férrea y persistente. Es un estadio prodigioso que se alcanza a partir de la negación sistemática e incansable del escenario y sus fantasmales actores. Es magnífico: se alcanza la paz, la indiferencia y una cierta sensación de omnipotencia.
10 JUNIO 2008
© 1981 pepe fuentes