Todos aplauden, los que tengo a mi lado también,
y cantan, y rezan, y disfrutan.
Una de las razones por la cual no encuentro mi sitio
en el mundo es que no soy capaz de aplaudir
a nada ni a nadie y así,
no puedo compartir devociones con otros,
y entusiasmarme, también.
Los festejantes de la mañana son así: universales
y eternos y así llevan siglos y siglos.
Siempre igual. Qué cansancio.
21 JUNIO 2008
© 2008 pepe fuentes