Miro a la gente que llena las calles buscando caras,
gestos, miradas que me despierten algún interés.
Imposible.
Todo el mundo me disgusta,
menos mal que no conozco a nadie.
A medida que camino sin rumbo,
con la idea de alejarme lo antes posible,
mi hastío y mi desgana aumentan y aumentan;
ya sólo soy capaz de mover los pies cansinamente.
Despacio.
22 JUNIO 2008
© 2008 pepe fuentes