En las últimas páginas las lágrimas se me venían
encima sin darme cuenta.
El mono robaba los nombres a inocentes…
y los inocentes olvidaban sus nombres
pero también sus sufrimientos.
Hay tantas razones para sufrir, que
me he emocionado con la maldad piadosa del
mono de Murakami.
28 JUNIO 2008
© 2008 pepe fuentes