El objetivo, inevitable, consiste en ir tirando y mandando a la mierda todo lo que sobra, que es casi todo. Ir acercándose/me más y más a si/mi mismo. Nadie en su sano juicio podría pensar que una vez que se llega al núcleo, al centro, va a encontrar algo digno de mención. Allí, cuando se atisba el final de todos los esfuerzos, surge el agujero negro, el sarcasmo y el inmenso ridículo. Todo queda reducido a un patético resbalón y una aparatosa caída y a la risa cruel e incontenible de los que pasaban por allí. Todo el tiempo caminando, luchando, sudando y sufriendo para esto, para, desde el suelo, ver la deforme y asquerosa jeta burlona de los curiosos. Pero aún así; no hay otro remedio que levantarse, decir a los estúpidos cerdos que miran, «que os follen«, y continuar caminando erguidos y orgullosos. A fin de cuentas, con lo único que contamos es con el cuerpo y la vida propia y no hay más, nada más.
23 JULIO 2008
© 1985 pepe fuentes