He recorrido un largo camino, pero esta historia aún no ha terminado. Cada día me agarro a la necesidad con uñas y dientes, y todavía dudo. El arte da igual, es lo de menos. La belleza: ¿quién sabe? El arte y la belleza: ¿para quién? Supongo que el proceso es sencillo: alguien facultado para crear belleza o arte (no siempre es lo mismo), lo hace; y otros, con recursos suficientes, lo adquieren o lo pagan (no siempre es lo mismo). En el proceso: los intermediarios, que algo se llevan. Todo perfecto, el mecanismo funciona. Nada que objetar. La cuestión es ésta: cuando hacer arte, buscar la belleza o conseguir dinero, es secundario o relativo y sólo importa la propia supervivencia ¿se debe hacer o no? No lo sé: a mí sólo me interesa no desesperarme demasiado y sentirme vivo a la vez; pero dudo mucho que eso sea posible, sobre todo, porque no suele ser lo mismo.
24 JULIO 2008
© 2001 pepe fuentes