El único y último sentido que puede tener crear algo inexistente hasta el momento en el que ve la luz en el visor de una cámara, papel en blanco (ahora pantalla), materia o soporte cualquiera, es el de dar cuenta de una vida: la propia. Lo demás es otro asunto: pedidos de ávidos compradores o coleccionistas, tesis sociológicas, tecnociencia, evolución en la historia del arte (no necesariamente progresiva), exigencias socioeconómicas, moda, y más, muchas cosas más. Pero no, todo eso es lo de menos (creo); a mí lo que me interesa es levantar acta de mi vida a través de lo que pueda hacer (o crear), no basta con reproducirse (eso es fácil, más o menos). Es una cuestión de vida o muerte, nada menos. Que el resultado sea aceptado o no carece completamente de importancia para el creador; ejemplo: qué valor puede tener para Kjell Askildsen que a mí me entusiasme su obra: ninguno. Lo único que razonablemente puede importarle, es lo que él tiene que «hacer» para así poder vivir. «Hay algo muy satisfactorio en producir algo que sabes, mientras lo haces, que va a ser bueno, y que, cuando lo has acabado, sabes que es bueno. Entonces no se puede negar que la vida se vuelve un poquito más pobre cuando uno ya no consigue esto». Kjell Askildsen
26 JULIO 2008
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