Las clavaron en la tierra. Fue la forma más natural y noble de colocarlas: respetuosas, sólidas y firmes; mirando hacia arriba, erguidas y decididas. Así dialogaron con lo desconocido y así simbolizaron cómo se veían a sí mismos y lo que esperaban de los callados dioses. La piedra es, sin duda, la menos elocuente, pero por supuesto la más identificable de las formas de la eternidad. Edmond Jabes
18 AGOSTO 2008
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