Este hombre parece que busca o se interesa por alguien. Su diseño o puesta en escena se ajusta a una cierta y generalizada imagen de homosexual seguro de si mismo; aunque quizá ni siquiera lo sea. La manifestación anual (gay), a la que me gusta ir, es el único momento en el que veo tantos, tan juntos y tan iguales. Parece que existe un acuerdo o conformidad en adoptar la misma estética y expresiones: baile, movimientos, actitudes, cuerpos y sentido de la fiesta, de la suya. Pero claro, todos los colectivos se suelen comportar de forma uniforme: feligreses, aficionados al deporte, a la política, al arte, en fin, todos los que gustan de ese limitado y medroso ejercicio de marcar el paso.
«Lo más difícil para el hombre es aguantar su propio peso. Porque la libertad pesa mucho. Así, reinventar a Dios es pasarle parte de la carga. Un valor puede tener la mediocridad de un club de fútbol. Pero elevarlo hasta una altura divina es elevarlo a la altura de nuestra necesidad. Y ésta es inmensa. Porque tiene la dimensión del universo y de la muerte.» Vergílio Ferreira