Éste es como el de ayer. Le observé a ratos (me dio por él). Coincidimos en la misma zona durante dos horas, más o menos. Yo no paraba de moverme en todas las direcciones, fotografiaba incesantemente, pero de vez en cuando volvía y allí estaba, en el mismo sitio: no se salió del mismo metro cuadrado durante todo el tiempo. Siempre con la misma expresión, hierática y sosa. Miraba al frente, donde desfilaban las gregarias y reivindicativas gentes, sonreía levemente, levantaba la cámara y fotografiaba, luego se quedaba largo rato estático, con una expresión complacida y parada. En mis atolondradas idas y venidas, procuraba fotografiarle: me tenía fascinado lo poco que me gustaba.
Uno siempre está solo
pero
a veces
está más solo
Idea Vilariño