Hoy es once de Septiembre,
aún me quedan dos días para recuperar
mi cabeza;
la actividad de mi cabeza,
quiero decir.
Tengo la ventana de mi estudio abierta
y oigo cantar un pájaro que no parece de aquí;
por su técnica y melodía parece tropical.
Cuando nota que le escucho se calla,
y se larga. Supongo.
Los de la radio, sin embargo, se quedan,
cantan gregoriano. Ellos, los cantantes,
tropicales no son. Seguro.
Un tipo, también en la radio,
da los buenos días –a todos y a todas-.
Es la estúpida redundancia
elevada a «corrección» político-lingüística.
También podría saludar a las mascotas y
a los pájaros tropicales que se largan
sin despedirse.
Primero fueron ellos, luego ellas, «solos» y «solas«
y ahora, de dos en dos: «ellos y ellas«.