Lunes: dieciocho de Agosto. Comienza el día bajo los efectos de Fay: lluvia y viento furiosos, poca luz y previsiones alarmantes. Por la mañana dimos vueltas por las dos o tres avenidas de Miami Beach en el coche, entre una cortina de agua espesa y agobiante. Fuimos de compras y, al salir de un comercio, una rama de una palmera que se desprendió, estuvo a punto de acabar con nosotros. Nos quedamos paralizados mirando fija y alternativamente a la rama y a la palmera, diciéndonos que sí, que podía habernos machacado. Comimos en el café de los artistas (por si se nos pegaba algo). Por la tarde dimos un paseo y fotografiamos en la playa en un momento en que Fay amainó. Cenamos en una Hostería italiana cara y tomamos una copa en un bar de billares en el que sólo había tipos malencarados, así que, como faltaba la mitad de la humanidad, precisamente la que más me gusta, propuse irnos a dormir. La noche no prometía nada bueno y la lluvia y el viento asustaban.
19 OCTUBRE 2008
© 2008 pepe fuentes