Jueves: veintiuno de Agosto. Un rato en la playa, para hacer tiempo hasta la hora de ir hacia el aeropuerto, a primera hora de la tarde. Ha sido un gran viaje y ¡ojalá! que fotográficamente también lo sea (todavía no he analizado todo). Lo que me encuentre estará bien y lo que se haya perdido mala suerte, lo olvidaré pronto, o no; pero no habrá vuelta atrás, lo que tenga, será. En los viajes siempre se me pierden fotografías, por diversas razones: equivocaciones en el tratamiento, en el concepto, en la percepción, en el laboratorio. Aunque, también hay encuentros felices, fotografías que no recuerdo y que cuando reviso los negativos, allí están, espléndidas, hechas quizá sólo por la cámara o por mi lado inconsciente y desconocido. Esas son las que más satisfacción me producen; auténtica alegría. Probablemente, sin fotografiar, no viajaría. Me aburriría sólo con mi lado conocido y previsible, pero en otro sitio. No, no se trata de acumular recuerdos o documentación para el olvido, sino de algo más esencial; se trata de recrear, de vivir.
22 OCTUBRE 2008
© 2008 pepe fuentes