El cuarto viaje hace un mes. Aunque Ibiza no me fuera propicia fotográficamente, esta última vez (no creo que haya más) lo he intentado y espero que con algo más de fortuna. Cuando escribo esto he bajado del avión sólo hace unas horas y todavía no he revelado, luego no sé si hay botín o no. Una de las razones por la que resistiré hasta el final con mi vieja cámara (mientras haya material seguro, luego ya veré como me arreglo), es por el juego con el tiempo: hacer ahora y no saber hasta más tarde. El interludio es parte de la metafísica y de la poética fotográfica: el encantamiento, la mutación, el prodigio del antes y el después. Cómo recuerdas la escena y cómo es, con la memoria sensorial de por medio. La distancia actuando, que siempre mejora la percepción del resultado. Cuando analizo el negativo en la mesa de luz, no sólo evalúo lo que tengo, sino que reconstruyo lo que me sucedía en el momento de la toma y cómo lo ha interpretado la cámara, la luz, la película, los químicos y yo. Esa experiencia es mágica e insustituible para mí. Es una de las importantes razones por las que sigo fotografiando. El día que tenga que enfrentarme a una cámara digital, probablemente dejaré de fotografiar para siempre. Mi miedo: las imágenes se convertirán en un odioso trámite tecnológico, plano, inmediato, estúpido y sin misterio. Me faltará la alquimia, el deseo, el sueño y la expectativa nerviosa y anhelante.
28 OCTUBRE 2008
© 2008 pepe fuentes