En estos casos (escasez de ideas), me suelo poner autocrítico, y es nefasto para cualquier cosa que pretendo hacer, sencillamente porque dejo de pensar y desear hacerla. Invariablemente, en esos momentos, me quedo parado y secreta o estruendosamente frustrado. Pero no, no todo es tan desolador, tengo un lado positivo: soy capaz de insistir hasta la extenuación en mi deseo de hacer, o dicho de otra forma, no me rindo nunca: siempre quiero, aunque no lo consiga. Esa es mi grandeza y mi estupidez (porque no me canso de frustrarme). El día que consiga hacer una pequeña parte de lo que deseo, será glorioso (sólo para mí, naturalmente). Sigo moviéndome por el escenario donde planeo perpetrar el asalto al alma de mis amigos.
6 DICIEMBRE 2008
© 2008 pepe fuentes